Tiempo, cuantas veces he tratado de atarte con cadenas a mi pecho y te escapas.
Cuantas veces he tratado de medir tus pasos en el reloj, y me esquivas.
Nadie conoce su rostro, pues se hace acompañar de extraño disfraz para dar vida o muerte a cada otoño.
Mirádlo, ahí se va montado en un caballo de acero, ayer fue joven, cuerpo fuerte, hoy es viejo, cansado armazón de desechos, no ama a nadie, ni al perro, ni al sepulturero, ama la soledad, vive en silencio.
El tiempo es un pasajero de primera clase que se paséa de galaxia en galaxia hasta detenerse en la habitación mas oscura de una estrella.
Son sus manos, mansas telarañas, que todo lo atrapan, que tejen y destejen la misma vida, que marcan un punto ciego en el universo.