Tengo en mis manos la formula de detener el tiempo, lo voy a encerrar entre muros imaginarios, laberintos interminables, en mi mente.
Será su nuevo hogar el destierro, condenado a vivir con el filo de la espada a cuestas, con las manos atadas, en silencio.
Mirád como lo manejo a mi antojo, nadie muere, los arboles siempre florecen, la primavera no se cansa de parir colores, el niño juega a lo incierto, el perro ladra al cielo, canta el pregonero, el poeta escribe versos, la muerte se queda sin compañero de viaje, la soledad sigue su camino empinado, la arena calla ante la bravura del sol ardiente, el gorrión peinó con sus alas el cielo, y al parecer de nada sirvió encontrar la formula de detener el tiempo.